¿Cuál es tu cirugía estética?
- Camila Lambert
- 13 jul 2023
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul 2023
Todos tenemos una, y no hace falta que modifique un aspecto físico para reconocerla como tal. Simplemente, es cualquier estímulo externo que buscamos, anhelamos o compramos, para satisfacer una carencia interna. Todos tenemos una, o varias; pero lo bueno es que podemos eliminarlas para experimentar una vida más auténtica.

La importancia de conocernos
El autoconocimiento debería ser una materia obligatoria en la formación principal de cualquier persona. Es que, una autoestima bien desarrollada, que nos ayude a saber qué queremos y lo mucho que valemos, puede salvar vidas. Y sí, así de determinante es. En una sociedad que vive a base del consumo, es fácil y tentador buscar satisfacciones externas cuando no sabemos cómo resolver lo de adentro, o idolatrar modelos ajenos cuando no conocemos nuestro propio potencial. Comprar es mucho más cómodo y rápido que indagar en las profundidades del ser. Pero, quien busca afuera lo que en realidad está en su interior, tiende, en casos menores, a sufrir depresión, insatisfacción constante y pérdida del sentido de la existencia y, en casos mayores, a tomar decisiones que pueden conducir directamente hacia el abismo, ya sea físico o espiritual.
Tal ocurre con el disparador de este escrito: el caso de la modelo Silvina Luna, que con 43 años está luchando por su vida debido a una cirugía estética a la que se sometió cuando tenía 30, con el único fin de alcanzar un cuerpo hegemónico. Lo mismo, pero con finales trágicos, le ocurrió a las modelos Lygia Fazio y Sara Gómez, solo por mencionar ejemplos recientes y mediáticos. Todas situaciones que, además de preocupación y deseo de justicia, deberían despertar cuestionamientos personales en la opinión pública.
Sin embargo, el procedimiento estético al que cientos de personas someten su vida, no es más que una consecuencia de la verdadera raíz del problema, la causa que crea un nicho de mercado vulnerable a arriesgar su cuerpo por moda. Es decir, el quid de la cuestión son las razones que llevan a una persona a querer modificar algo que le es propio y está en perfecto estado, para satisfacer una demanda que no le es propia. En este caso, arriesgar el único cuerpo que se tiene, con el fin exclusivo de responder a los estereotipos impuestos por el medio externo.
El quid de la cuestión son las razones que llevan a una persona a querer modificar su cuerpo para responder a estereotipos impuestos desde afuera.
En cierta medida esta realidad nos afecta a todos, porque ya no se trata de la cirugía propiamente dicha. La problemática abarca desde las industrias que inventan modelos pensados para aniquilar la individualidad de seres frágiles, hasta los consumidores de esos productos, que nos dejamos influenciar por construcciones artificiales que nada tienen que ver con nuestros gustos, necesidades y sentido de vida.
¿Creemos lo que creemos, o lo que nos hacen creer? ¿Nos gusta verdaderamente lo que nos gusta, o lo que nos dicen que nos tiene que gustar? ¿Hay alguna carencia interior insatisfecha detrás de cada producto que compramos?

Vivir la diversidad
Tomar consciencia de la postura que se nos ha inculcado a las sociedades modernas respecto a lo distinto, puede ser un buen disparador para comprender el por qué de esta constante búsqueda de placer en el exterior. "Lo diferente está mal, debemos ser todos iguales. Mismo cuerpo, mismos gustos, misma ropa, mismas modas, misma forma de pensar". Ese es el mensaje que nos imponen, pero que, claramente, solo beneficia a quien vende productos en serie para las masas. Ese modo de pensar es el que nos ha llevado a estar sumidos en guerras, odios e indiscriminaciones de todo tipo, nulamente justificadas.
La realidad no solo no es así, si no que es todo lo opuesto: la diversidad es una de las mayores riquezas humanas. Lo que nos diferencia de los demás es lo que nos hace personas exclusivas, únicas y especiales, y eso hace que la vida tenga color. Ser distintos no es malo, por el contrario, es lo mejor. Aunque también es cierto que solo entenderá esto quien antes comprenda que el núcleo humano está adentro, y las diferencias estéticas son tan solo aderezos que condimentan a la personalidad.
¿Cuál es tu cirugía estética?
Pausar. Pensarse desde adentro. Auto-cuestionarse. ¿Cuáles ofician, en mi propia vida, de cirugías estéticas?
En realidad, los tres ejemplos mencionados solo demuestran lo que nos ocurre a todos, pero con otro tipo de estímulos. Y es que, volviendo al concepto de la autoestima, si no consolidamos un yo interior, seguro de sus gustos y aspiraciones y sobre todo del valor que tiene como ser humano, estamos sentenciados a convertirnos en seres vulnerables capaces de ser afectados por cualquier interés externo. Y se trata de todo: modas, adicciones, críticas, insultos, y te invito a pensar más ejemplos que se amolden a tu caso. La mayoría de esos inventos no afectarían a una persona que entiende que el cuerpo no es más que un vehículo físico dispuesto para experimentar una vida que va más allá de lo tangible, y en base a esa idea es que se valora a sí misma y también valora a los demás.
El cuerpo no es más que un vehículo físico dispuesto para experimentar una vida que va más allá de lo tangible.
Nadie vale por su figura, y aunque los estereotipos ficcionales nos quieran vender lo contrario, la humanidad ha logrado grandes avances sociales que demuestran que estamos en un nivel evolutivo suficiente para tomar cartas en el asunto y derribar esos modelos hegemónicos que llevan a miles de personas a perderse de la vida, insatisfechas y sometidas a la muerte. Hay mucho más que eso para quien está dispuesto a descubrirlo.

Tal vez, una vez reconocidas nuestras propias potenciales cirugías estéticas, un buen primer aporte para el cambio sea re-pensar la forma en la que invertimos nuestro dinero y, al fin y al cabo, nuestro tiempo. Primero, preguntándonos si lo estamos dejando en cosas que realmente deseamos y nos hacen falta. Después, apagando la realidad virtual en la que vivimos y pausando un momento. Recién ahí, podemos salir a experimentar la realidad de forma directa, con ojos bien abiertos, dispuestos a disfrutar la diversidad. Muy probablemente encontremos algo que quite nuestra atención del foco de la industria del consumo y nos lleve a encontrarnos con otros y con nosotros mismos. Probablemente, encontremos otros espacios donde percibir la belleza más allá del cuerpo, y alcancemos a comprender que lo verdaderamente importante se logra con el potencial interior.
Desde un paseo en la naturaleza, una conversación sincera o un libro enriquecedor, hasta una ayuda desinteresada a alguien que la necesita. Sea lo que sea, encontrar un estímulo que nos invite a entender la vida desde otro aspecto, a dejar los estereotipos bajo la alfombra y así despojarnos de cualesquiera sean nuestros pobres anhelos de cirugía estética.
Excelente artículo!